
Está por venirse la tormenta.
Y aunque Santa Rosa
puntualmente
se atrase, las hormigas
comienzan a enloquecerse
y los perros se vuelven réplicas
de ouróboros en el piso
del galpón. Salen milongas,
fragmentos de algún cuento de Ballard,
la grasa en la sartén, las noticias
de esta Nueva Roma.
No digo que todo esté en su lugar
porque nada lo está
desde que cayó el último asteroide.
Pero así y todo, el relámpago,
la lluvia,
el trueno.