está encendido el roble
y tu sonrisa pasa
de largo entre las hojas
infladas de amarillo
no he podido detener al viento
con esta sola mano
ni con mi abrigo nuevo
ni con mi boca
junto leña al borde de tu río
hierbas fragantes
y llamaradas
para mis ojos
mirar el bosque es una maldición
que no merezco