la estepa florecida

Noelia Palma

La imagen del reloj en la pared se impone.
Es una imagen endurecida por las grietas
que alrededor viven.
Y es luminosa cuando el gato se detiene,
sutil y descreído,
para acompañar el movimiento de las agujas.

Es pesado el amanecer para mi gato negro.
Sin embargo, sé que ahí se quedará hasta pulverizar
aquella aguja más lenta.
Seguirá con la mirada cada destello,
intentará atrapar la sombra que se adelgaza
según su perspectiva.

El reloj, el gato y yo sabemos que desde este espejo
se ve mejor aquello que nos demora,
aquello que irrumpe
en el sueño.