la estepa florecida

Ricardo Curci

la casa tiene diez timbres:
uno para la puerta principal
otro para la del patio que da al río
el tercero para el perro tímido desde que murieron sus cachorros
el cuarto para el vendedor de hojillas de afeitar
el quinto para el viento del invierno-aunque rara vez lo usa-
el sexto para las hormigas, cuando la casa esté sola
el séptimo para el enterrador, el día que él desee
el octavo para la entrada y salida de las prostitutas
el noveno, por encima de la puerta, para la visita de mi madre
el último no está afuera, sino del lado de adentro,
para la mañana en que la casa me permita salir